Barítono - 6

Novela en episodios - Por Chelo Mil

Mientras caminaba recordaba su época de estudiante. Primero en la escuelita municipal y luego en la academia del teatro. Mientras cursaba en la escuelita vivía en una residencia estudiantil de Rosario, donde estaban alojados los de su pueblo que venían a estudiar a la ciudad. El dormitorio era compartido entre cuatro y había una cocina común y un parque enorme con mucho verde, donde muchas tardes tomaba mate con compañeros o amigos. Estaba bueno que lo dejaban vocalizar sin hacerle problemas, ya todos sabían que él estudiaba canto y lo aceptaban, e incluso lo escuchaban con disfrute. Y también aceptaban que fuera gay, pero en este caso el disfrute corría por parte de nuestro joven barítono, que al mismo tiempo que andaba el camino de la lírica, daba sus primeros pasos en el placer. Primeros torpes pasos, pero pasos al fin.

Una vez invitó a la residencia a Marcelo, un chico que estudiaba periodismo al que había conocido por chat, hace unos meses. Con él fueron a ver Kill Bill al cine, y repararon en la salpicadura de sangre enmarcada en un cuadrito blanco, en la pared de un decorado.

Pero ahora estaban solos, en el dormitorio, dando lugar al deseo. 

Presentación: libro Nuestro lado B

De Carolina Andrea Silva 

Presentación FILRos 2025

El libro consta de 5 relatos: El reencuentro, Una tarde diferente, El viaje, Las primas y El trámite. Como dice la contratapa estos transcurren en Córdoba, en los años noventa. Narrativa desde lo femenino, cierta oscuridad y guiños LGBT.

El reencuentro

Este relato narra el reencuentro, después de 15 años, entre dos hombres, Miguel y Alfredo, en la fiesta de bodas de plata de la promoción ‘94 del Instituto Sagrado Corazón, una institución religiosa.

Miguel es descrito como canoso, robusto, elegante, seguro de sí mismo, solitario sincero. Alfredo, por su parte, dice la narradora que envejeció con cierta gracia, que “la furia había desaparecido”, y que aparecía la “vergüenza (…) como bandera blanca”.

Lo que los distanció hace 15 años fue un conflicto en el casamiento de Laura, su amiga en común, donde Alfredo, guiado por la homofobia, rechazó de manera violenta a Miguel. Pero, ahora, en el estacionamiento del salón de fiestas, a las 5 am, podrá redimirse, volviendo a agarrarlo de las solapas de la camisa, pero esta vez para darse un beso intenso.

Podemos decir que la evolución de Alfredo, que deja de lado la homofobia, es paralela a la de la sociedad argentina en su conjunto después del matrimonio igualitario promulgado en 2010. Hoy no vivimos en el paraíso de la diversidad, pero sí hay un gran contraste entre los ‘90 y lo que sucede después del 2010, cuando el Estado reconoció al mundo LGBT.

- ¿Qué te inspiró a contar la historia de estos dos hombres?

- Aparece la homofobia como miedo y violencia ante el propio deseo, ¿cómo llegaste a una mirada así de compleja?

Una tarde diferente

El título parece aludir a un divertimento, a algo que se hace para evitar el aburrimiento pero, se trata de Celina, una bailarina clásica, que se desnuda y se sube a la baranda de su séptimo piso, a hacer equilibrio y danzar. ¿Por qué? Por despecho, y para demostrar que a pesar de su edad todavía puede dar una función electrizante.

El tránsito cortado, los bomberos, el chisme de las vecinas, su ex abajo en la calle … ¿Perderá el equilibrio? ¿O ya lo perdió al exponerse a tamaño peligro?

- ¿Por qué Chacabuco y Entre Ríos? ¿Cómo es esa esquina?

El viaje

El relato transcurre en diciembre de 1997, en principio en un colegio de mujeres.

Lourdes, Betiana y Lara deciden ir a pasar unos días a una casa en las sierras, en Cosquín. La casa es de Lara y es su madre la que convence a las otras madres.

Como marca de la época aparecen CTI como empresa de telefonía celular, los remises y el Azud Nivelador, un popular balneario de ese entonces.

Llegan y descubren que la casa no tiene luz, y tiene humedad y polvo, es de cierta forma sombría y anticipa la oscuridad por venir.

Las primas

Gladis y Rosario se criaron juntas. A los 8 años, jugando, descubrieron una caja con revistas pornográficas del padre de Rosario.

A los 18 van a bailar al Zar, el bar del pueblo vecino, donde Rosario se va con hombres y deja sola a Gladis, bailando sola en el medio de la pista.

Gladis desea a Rosario, pero no puede decírselo, hasta que un día le da un beso en el medio de la pista del boliche.

“Pero sos mi prima, boluda. No me importa, te deseo”.

El trámite

Relato en primera persona de una joven virgen que, a escondidas de su madre religiosa, se masturba y, no encuentra lugar para hablar de eso con sus amigas de la secundaria.

“Querido diario: no soy deseable”, escribiría.

A sus veinte, ya en la Universidad, tendrá una oportunidad para quitarse de encima el trámite de su primera vez.

Barítono - 5

Novela en episodios - Por Chelo Mil

Estaba en el teatro, con la compañía, en un ensayo. Entradas, salidas de personajes; agudos, graves, voces femeninas y su estridencia, voces masculinas y su calor, la orquesta y su director, el coro. La acústica del lugar era un disfrute, no hacía falta micrófonos.

En un descanso estaban todos sentados en las butacas de la platea, charlando y a las risas, cuando entró él, un hombre entrado en años, un jubilado. Se presentó y explicó para qué estaba ahí: tan simple como que cobraba la mínima y estaba pidiendo contribuciones para comprarse los remedios que le habían recetado.

Pasó uno por uno y todos le daban algo, nuestro barítono se fijó en su billetera y no tenía cambio, no podía (no quería, mejor dicho) darle 10 mil pesos. Cuando se le acercó, le preguntó si tenía cambio, y la respuesta fue que sí. Y, acá viene lo sorpresivo, antes de seguir su camino, el hombre mayor le dijo: Gracias, hermoso. Y su cabeza explotó. Supo que el jubilado no solo deseaba a otros hombres, sino que también, a su entrada edad, todavía era capaz de amar. Esto último lo intuyó, había algo en la mirada de ese hombre que se lo decía.

Barítono - 4

Novela en episodios - Chelo Mil

Tenía el torso desnudo, al igual que su compañero de franela. Con la mano izquierda le agarraba el bulto de manera sutil, pero con firmeza, y con la derecha acariciaba sus velludos pectorales. Se besaron: primero él le mordió el labio inferior, dando cuenta de que le gustaba tanto que lo necesitaba, después entró en su boca con la lengua y permanecieron así, en comunión, unos minutos. 

Estaban en el cuarto oscuro de un boliche, un día de semana, en Capital Federal, cuya vida nocturna no conoce de días u horarios. Él era soltero, no tenía compromisos formales, y de vez en cuando viajaba e iba a lugares como éste, para dar rienda suelta a su deseo. 

La música que sonaba era tan distinta a la que él interpretaba, que sentía estar en otro planeta. Música electrónica, donde el ritmo es lo principal. Música intervenida por la tecnología, lejos de la acústica casi perfecta de un teatro para un conjunto de voces líricas y una orquesta.

¿Vamos a desayunar? Le dijo a su compañero de franela. Encontraron un bar abierto, pidieron dos promos y, entre risas y novedades, empezaron a ponerse al día, ya que hace bastante que no se veían.

Barítono - 3

Novela en episodios - Por Chelo Mil

Estaba tomando un café por Pellegrini, mejor dicho un cortado, en jarrita, que es lo que siempre pedía. Pensaba en su infancia, de la cual tenía un buen recuerdo, había mucha música por allí. Su tío tocando la guitarra, su madre cantando; el folclore, el tango, la música clásica y, un tiempo después, los Beatles…

Hola capo, disculpame, estoy vendiendo sahumerios, tres por mil, ¿me das una mano?
Dale, ¿de qué aroma tenés?
Me queda de lavanda y jazmín.
Dame un paquete de cada uno.
Buenísimo, dos mil entonces.
Acá tenés.
Gracias capo.

En su adolescencia su recorrido musical había tenido más que ver con el rock, bandas como Nirvana lo transportaban a otro lugar, distinto, donde podía colocar su rebeldía. Durante un período más o menos largo fue vocalista de una banda de grunge, pero pronto la academia lo haría volver a lo lírico…  

Hola señor, estoy ofreciendo pañuelitos, quinientos cada uno.
¿Cómo te llamás?
Agustín.
¿Cuantos años tenés?
Diez.
Bueno, dame dos paquetitos.
Gracias, son mil pesos.
Acá tenés.
Gracias, chau.

Sentarse en la vereda del bar tenía eso, para él implicaba disponer de un dinero extra para los vendedores ambulantes, que se ganan la vida de bar en bar, de mesa en mesa… 

Barítono - 2

Novela en episodios - Por Chelo Mil

Caminaba por las calles de su barrio, necesitaba despejarse. Después de los ensayos con la orquesta siempre quedaba cansado, hace falta mucha precisión en lo vocal, es muy demandante. Estaban preparando Turandot, y él tenía el papel de Ping, uno de los tres ministros de la ópera de Puccini. Nessun dorma es el aria más conocida, pero fue compuesta para tenor, así que él no podía hacer otra cosa más que admirar a Mariano, su compañero, quien interpretaba al príncipe que vence al amanecer.

Como decía, caminaba, con su bufanda para cuidar la garganta, y miraba los distintos comercios: la panadería 24hs, que alguna que otra vez le había calmado el hambre (o el antojo) por la madrugada, la farmacia, el local nuevo y pequeño de cosas relativas al animé, la barbería, el gimnasio, el bar, etc. La vida en la ciudad es multiplicidad, pensó, y se preguntó si podría vivir en el campo. No, o al menos no por ahora. Sucede que tanto el teatro y su escenario, como la academia, están en la ciudad. Quizás en otra etapa de su vida, una etapa en la cual ya haya acumulado todos los logros que anhelaba de lo lírico.

Barítono

Novela en episodios - Por Chelo Mil

Le gustaba vocalizar. Recorrer los acordes con la voz con la ayuda de su piano, octava tras octava. De los graves a los agudos y de vuelta a los graves, como se vuelve al hogar tras un largo viaje impuesto (si los agudos son el exilio, no quiero ni pensar lo que tendríamos que decir del falsete).

Su registro era, de alguna manera, un privilegio, fruto de condiciones naturales y también de un sostenido trabajo vocal. Ni bajo, ni tenor: barítono, “un rango vocal medio, que se caracteriza por su timbre cálido y resonante”, dice la inteligencia artificial del buscador en internet. 

Todavía, de vez en cuando, recordaba esa primera clase en que la profesora de canto se lo dijo: su registro era el de barítono. Esa profesora, de la escuelita municipal, tenía rasgos muy particulares. Una cara ovalada y armónica y pelo negro lacio, que le servía de marco a ésta. Bostezar, bostezar, esa era la clave para sacar la voz lírica, en ese primer tramo de su formación. Luego vendrían los matices, y otros recursos.

Después de la práctica prendió la televisión. Ya era de noche y estaba en cadena nacional el presidente. El hambreador, pensó.

El amor de los músicos por la música

Crónica - Por Chelo Mil

Una vez al año la ciudad de Rosario da lugar al jazz local, regional, nacional e internacional. Este año el Festival de Jazz Rosario se llevó a cabo del 12 al 15 de junio en Plataforma Lavardén, esa pintoresca esquina de Sarmiento y Mendoza.  Treinta grupos y más de cien músicos, en tres escenarios, tocaron, improvisaron y le dieron vida a un género diverso y estimulante, donde la armonía florece como si estuviéramos en primavera (lejos de la chatura actual de los géneros urbanos). Yo, anoche, en la última fecha, fui un espectador más, de los que llenaron las salas, y lo que sigue a continuación es la crónica de ese recital.

Había que hacer algo, salir, con mi madre, a algún lado. Googlié "agenda cultural Rosario" y entré a lo primero que aparecía: el sitio web de la Municipalidad. Lo más potable que ofrecía era algo en el planetario. Volví a google y entré a otro sitio web, donde la agenda se explayaba más allá de lo estrictamente municipal. Ahí me interesaron dos opciones: por un lado el Festival de Jazz, a partir de las 19, que era gratuito y, por otro, La Madre, la obra de teatro donde actúa Cecilia Roth, a las 20 y con la entrada más barata a 7 mil pesos.
Después de dudarlo un rato elegí la obra de teatro, y con mi vieja quedamos en encontrarnos a las 19.30 en La Comedia, Mitre y cortada Ricardone. Llegamos y para nuestra sorpresa el teatro estaba cerrado, y un cartel mostraba que había habido función de La Madre el día anterior, el sábado. La esquina estaba oscura y desierta, solo algún caminante pasaba por ahí. Después de cavilar sobre el error del sitio web, decidimos, entonces, ir al Festival de Jazz, que no estaba lejos.
Atravesamos unas cuadras, emponchados por el frío, y llegamos a Plataforma Lavardén. No hay más entradas, todo agotado, nos dijeron en la puerta. Bueno, vamos al Salón de las Miradas (por calle Mendoza), que hay una exposición, así por lo menos vemos algo, le dije a mi vieja. La exposición constaba de piezas metálicas planas pulidas, colgando y con focos de luz dispuestos por ahí para poner en juego las sombras. Sonaba jazz en un set de vinilos que a mi vieja le encantó.
Y apareció él, un hombre de boina negra que estaba haciendo tiempo para el recital, que me sacó charla y que cuando le dije que no tenía entradas, se fijó en las suyas y me dio una que le sobraba, para las 20.30. Como si esto fuera poco, cuando se dio cuenta de que yo necesitaba dos, para incluir a mi vieja, le preguntó a unas señoras si les sobraba una, y sí, de hecho nos dieron la entrada que nos faltaba. Al rato dieron sala y nos sentamos más o menos a la mitad del teatro. Puntual 20.30 salió a hablar una locutora para dar cuenta de lo institucional, y luego empezó el recital. 

Carlos Casazza Quinteto estuvo conformado por Carlos Casazza en guitarra eléctrica, Rocío Giménez López en piano, Mauricio Dawid en contrabajo (o chelo, ¿hay diferencia?), Inti Sabev en clarinete y Carto Brandán en batería. Tocaron cinco temas, algunos del disco de 2023 Benarés (BlueArt), y otros inéditos. Algunas músicas me hicieron acordar a la banda de sonido de Leaving Las Vegas, aquella icónica película de los noventa que expone el amor entre un alcohólico y una prostituta. Que expone el amor... de los músicos por la música.

Nuestro lado B

Título
: Nuestro lado B
Autora: Carolina Andrea Silva
Género: Narrativa
Soporte: digital (ePub, PDF), papel
ISBN: 978-987-28308-5-4
Año: 2025

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Descripción: Cinco relatos que transcurren en Córdoba, en los noventa. Narrativa desde lo femenino, cierta oscuridad, y guiños LGBT.

Fragmento:

Celina está desnuda, de pie, apoyada sobre la baranda de ladrillo de su balcón. Un rato antes había terminado el Chardonnay helado. Después comenzó. Primero se desprendió el solero botón por botón, se lo quitó y lo hizo un bollo. Lo segundo fue el corpiño deportivo con tiras finas que se sacó por la cabeza y lo tiró al vacío. El calor de la tarde sofocante y el vino le aceleraban el corazón y ya estaba mareada. Terminó sacándose la tanga y la tiró junto al solero que estaba a sus pies. Todo fue a parar a la calle. Esa fue la primera señal de que algo extraño sucedía. Luego, el aviso de un transeúnte que logró verla sentada sobre la baranda y alertó al 101. Después, llegaron dos móviles policiales que cortaron el carril izquierdo del boulevard para dar aviso a los automovilistas que lo transitaban o a los que intentaban doblar por ahí desde la Entre Ríos.