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Llueve futuro en tus pupilas (poesía, 2013), de Chelo Mil
Veinte poemas. El fruto sabroso y elocuente de la síntesis, el bilingüismo y el amor. Un libro publicado en verano y con buena estrella.

Influencia japonesa, sembradíos y celos


Poemas - Por María Ofelia Álvarez (MOA)

Versos Haiku

Eterno amor
Sublime esperanza
De la juventud.
El ángel duerme
Su siesta entre rosas
Con mariposas.
Yo te espero
Metáfora con alma
Dime que vendrá
Otoño llegó
Con alfombrado ocre
De hojas secas.
Campos sembrados
Trigales esparcidos
Por ventarrones.
Esperé AMOR
Amé con lágrimas.
Amo amando.
Eterno amor.
Las Ilusiones muertas
¿Descansan en paz?

Mayo 2015

*

Tarde de verano en Paraná
Siembro palabras

Sólo siembro palabras
Para cosechar POEMAS;
cincelo mis vivencias,
extraigo del idioma
sus riquezas

Leo y aprendo siempre
Sin pretensiones
De erigirme en poeta…
La belleza de escribir
Me cuesta.

Acomodo vocablos,
La sintaxis se aparta:
Para que mis rimas;
Con  escritura poética,
Germinen poesías.

2008


*

Cae la tarde en el río
Celos


Cae dormida
la tarde en el río.
Sumergiéndose
en el lecho frío.
Para olvidarse...
del sol...
que  se encontrará
con la luna...
en el cosmos.
Tardecita sin sol,
nostalgia de amor...
ahogará sus celos,
con la potestad del sueño.

Febrero 2018

Lírica y naturaleza, colores en la ramada

Poemas - Por Sebastián Muzzio
Blog del autor

En el huerto, ya no hay lamento de mi ser,
es solo momento, claridad en el proceder;
tareas que van con el día, a la noche descanso,
sueño, soñamos con florecer
y por la mañana arrancar otra vez
hasta ponerle a la realidad
el color que vos querés;
de tanto laburo hice un vergel,
acomodé en los canteros
todo deseo de bien, hierbas para el mate,
flores para el arte de encender
la mejor parte de cada quién.

*

No arranquen los cardos, no sean amargos,
quiero verlos en flor, suave-lila de amor,
llama a las abejas y al abejorro jardinero,
siempre en vuelo hacia tú caramelo,
bajo la lengua no está el placebo,
está la savia multiversal; dispara historias,
conecta las memorias y recordé
sus flores deshilachadas
purpurando el amanecer una y otra vez,
tiñendo atardeceres violetas,
por eso pido que no los saquen de raíz,
no los corten, gemas del monte,
protegidas por espinas, en la adversidad brillan,
magia silvestre, florece cueste lo que cueste,
ofrecen vida, como nos cuidan;
ahora los cultivo con esmero y pleitesía.

*

Me elevo como un hornero,
laburo con barro y con cielo,
me integro al ecosistema,
alquimia, transmuto en poemas;
me llevo tu cara sonriendo,
un beso en la mejilla,
tus labios son de arcilla,
Señora Humedalezca
gracias por darnos tu casa
de playas y sauces que abrazan;
mis alas secándose al Sol,
biguá meditación,
del río hacia la rama,
de noche me convierto en rana
y canto con esta banda
anfibia, en la laguna
por lluvias y por la locura
que quiebre urbana cordura;
humano con piel de garza
mora como la flora
de cardos, también de salvias,
de hongos azules-purpúreos;
la Luna trajo el hechizo,
un gato montés me hizo,
de fuego como la estrella
que cae, colmando mis venas.

*

Quiero ver los capitanes
en sus naves,
costa del río, sauces caídos,
a navegar la Eternidad,
a recorrer el interior
y así pasar:
túnel de estrellas
en espiral,
así volver, en las raíces
la conexión,
así enchufado a mi dragón,
avatar del Humedal,
me deslizo por el Paraná,
estaciono en la playa
y como una tortuga
allí me voy a quedar,
tomando Sol en el tronco,
mojándome un poco,
riacho de las almas,
por la isla subirán
encarnando en hojas
de la hermosa arboleda,
en la noche bailando,
enramada en trance
ondulándose hacia,
la inmensidad;
claridad de Luna,
rosada de fuego,
cayendo en su mitad,
se incendia el deseo,
otra flor se abrirá,
florcitas multiverso
bajan por la barranca,
blancas van a estallar
desde su tallo rojo,
venas de la arcilla,
de este monte fluvial.

Nuestra historia en el medioevo III

Estadio/ Establo
Relato - Por Marcelo Milman

El silencio y la desnudez nutren nuestra interacción sobre el heno. Estoy boca abajo, descansando del buen sexo, y Andrés pasa su robusta pierna sobre mí, a la altura de mi cola. Siento sus vellos y su peso, y pienso que su robustez no es solo física, sino también espiritual. Su conocimiento de los textos sagrados es abrumador. Pero lejos de la pedantería solo da cuenta de ese saber cuando puede ser de ayuda. Como cuando hablamos del Cantar de los cantares, ese libro tan distintivo dentro del Antiguo Testamento. El deseo y el amor nutren sus páginas …
En fin, en un par de horas amanece, y con Andrés tendremos que salir del establo y separarnos, por lo menos hasta la próxima noche.