Autor: Chelo Mil
Género: Narrativa breve
Soporte: digital (ePUB, PDF)
Año: 2014
Descripción: Ejercicio narrativo. Veinte poemas llevados a narrativa breve. Podemos decir que estos poemas fueron expandidos (en caudal de significante) o contraídos (en lo que a multiplicidad semántica se refiere). Algunos relatos son porno.
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Fragmento:
La aventura y el ritual
Era el momento de la transición. Ese instante un poco más largo, extenso, en el que llega el crepúsculo y el día y sus matices esbozan una elegante salida. Estaba allí, en la mesa que me había tocado en suerte, para cumplir con el sutil ritual del secreto y la sonrisa cómplice.
Ella, la moza, llegaría en cualquier momento, consciente de mi pedido y de la aventura de algunas noches atrás. Pasaron unos minutos y vino, con el café y el diario poblado de anécdotas de ayer, de certezas que sería mejor olvidar. Como era de esperar estuvo su sonrisa, y el anhelo de reiterar en su mirada.
Unos minutos después él también apareció, con su cuerpo robusto, fornido y crepuscular vestido con trapos. Un croto capaz de instalarse en la libido de cualquiera. El otro integrante de la aventura de algunas noches atrás. En su rostro la sonrisa y, también, el anhelo en su mirada.
La aventura de algunas noches atrás había sido en el descampado donde él dormía. Eleonora y yo llegamos casi al mismo tiempo, con algunas exquisiteces para deleite de él, y para que el hambre, su hambre, sea olvido. La noche y su tibieza nos abrigaban, ya no las ropas. Y cogimos, los tres, como salvajes bien educados, como animales algo civilizados pero, en ese momento, despojados de toda censura. Besos, chupadas, vergas, gemidos. Compromiso y afecto.
Pero ahora yo seguía allí, en el bar. El café, quieto en el pocillo, proporcionaba un reflejo, cierta luminosidad sobre el negro; y el humo del cigarrillo, informe pero hábil en su ascenso, hacía de las suyas. Aquel día el ritual ya estaba completo, faltaba reiterar la aventura la semana próxima.
Me quedé por un rato disfrutando de la leve brisa y recordando aquel abrazo, de algunos años atrás, fuerte y tibio. Sucede que entre Eleonora, el croto apolíneo y yo había afecto, pero no se podía comparar con aquel abrazo, con aquella experiencia viril.
Era el momento de la transición. Ese instante un poco más largo, extenso, en el que llega el crepúsculo y el día y sus matices esbozan una elegante salida. Estaba allí, en la mesa que me había tocado en suerte, para cumplir con el sutil ritual del secreto y la sonrisa cómplice.
Ella, la moza, llegaría en cualquier momento, consciente de mi pedido y de la aventura de algunas noches atrás. Pasaron unos minutos y vino, con el café y el diario poblado de anécdotas de ayer, de certezas que sería mejor olvidar. Como era de esperar estuvo su sonrisa, y el anhelo de reiterar en su mirada.
Unos minutos después él también apareció, con su cuerpo robusto, fornido y crepuscular vestido con trapos. Un croto capaz de instalarse en la libido de cualquiera. El otro integrante de la aventura de algunas noches atrás. En su rostro la sonrisa y, también, el anhelo en su mirada.
La aventura de algunas noches atrás había sido en el descampado donde él dormía. Eleonora y yo llegamos casi al mismo tiempo, con algunas exquisiteces para deleite de él, y para que el hambre, su hambre, sea olvido. La noche y su tibieza nos abrigaban, ya no las ropas. Y cogimos, los tres, como salvajes bien educados, como animales algo civilizados pero, en ese momento, despojados de toda censura. Besos, chupadas, vergas, gemidos. Compromiso y afecto.
Pero ahora yo seguía allí, en el bar. El café, quieto en el pocillo, proporcionaba un reflejo, cierta luminosidad sobre el negro; y el humo del cigarrillo, informe pero hábil en su ascenso, hacía de las suyas. Aquel día el ritual ya estaba completo, faltaba reiterar la aventura la semana próxima.
Me quedé por un rato disfrutando de la leve brisa y recordando aquel abrazo, de algunos años atrás, fuerte y tibio. Sucede que entre Eleonora, el croto apolíneo y yo había afecto, pero no se podía comparar con aquel abrazo, con aquella experiencia viril.