Caminaba por las calles de su barrio, necesitaba despejarse. Después de los ensayos con la orquesta siempre quedaba cansado, hace falta mucha precisión en lo vocal, es muy demandante. Estaban preparando Turandot, y él tenía el papel de Ping, uno de los tres ministros de la ópera de Puccini. Nessun dorma es el aria más conocida, pero fue compuesta para tenor, así que él no podía hacer otra cosa más que admirar a Mariano, su compañero, quien interpretaba al príncipe que vence al amanecer.
Como decía, caminaba, con su bufanda para cuidar la garganta, y miraba los distintos comercios: la panadería 24hs, que alguna que otra vez le había calmado el hambre (o el antojo) por la madrugada, la farmacia, el local nuevo y pequeño de cosas relativas al animé, la barbería, el gimnasio, el bar, etc. La vida en la ciudad es multiplicidad, pensó, y se preguntó si podría vivir en el campo. No, o al menos no por ahora. Sucede que tanto el teatro y su escenario, como la academia, están en la ciudad. Quizás en otra etapa de su vida, una etapa en la cual ya haya acumulado todos los logros que anhelaba de lo lírico.