Barítono - 2

Novela en episodios - Por Chelo Mil

Caminaba por las calles de su barrio, necesitaba despejarse. Después de los ensayos con la orquesta siempre quedaba cansado, hace falta mucha precisión en lo vocal, es muy demandante. Estaban preparando Turandot, y él tenía el papel de Ping, uno de los tres ministros de la ópera de Puccini. Nessun dorma es el aria más conocida, pero fue compuesta para tenor, así que él no podía hacer otra cosa más que admirar a Mariano, su compañero, quien interpretaba al príncipe que vence al amanecer.

Como decía, caminaba, con su bufanda para cuidar la garganta, y miraba los distintos comercios: la panadería 24hs, que alguna que otra vez le había calmado el hambre (o el antojo) por la madrugada, la farmacia, el local nuevo y pequeño de cosas relativas al animé, la barbería, el gimnasio, el bar, etc. La vida en la ciudad es multiplicidad, pensó, y se preguntó si podría vivir en el campo. No, o al menos no por ahora. Sucede que tanto el teatro y su escenario, como la academia, están en la ciudad. Quizás en otra etapa de su vida, una etapa en la cual ya haya acumulado todos los logros que anhelaba de lo lírico.

Barítono

Novela en episodios - Por Chelo Mil

Le gustaba vocalizar. Recorrer los acordes con la voz con la ayuda de su piano, octava tras octava. De los graves a los agudos y de vuelta a los graves, como se vuelve al hogar tras un largo viaje impuesto (si los agudos son el exilio, no quiero ni pensar lo que tendríamos que decir del falsete).

Su registro era, de alguna manera, un privilegio, fruto de condiciones naturales y también de un sostenido trabajo vocal. Ni bajo, ni tenor: barítono, “un rango vocal medio, que se caracteriza por su timbre cálido y resonante”, dice la inteligencia artificial del buscador en internet. 

Todavía, de vez en cuando, recordaba esa primera clase en que la profesora de canto se lo dijo: su registro era el de barítono. Esa profesora, de la escuelita municipal, tenía rasgos muy particulares. Una cara ovalada y armónica y pelo negro lacio, que le servía de marco a ésta. Bostezar, bostezar, esa era la clave para sacar la voz lírica, en ese primer tramo de su formación. Luego vendrían los matices, y otros recursos.

Después de la práctica prendió la televisión. Ya era de noche y estaba en cadena nacional el presidente. El hambreador, pensó.